Steve Jobs, las charlas TED y otras mentiras sobre la oratoria
Verás.
El panorama actual de gente que imparte formación en oratoria y comunicación me da mucha pereza. Todos me parecen iguales, poco naturales, casi forzados.
Lo de la foto en la web imitando a Steve Jobs, dando una charla TED o con los brazos cruzados en plan póster de Vengadores debería estar penado (lo está, con la ignorancia). Los que ponen una foto de un micrófono sacada de un banco de imágenes no merecen siquiera mención.
Todas esas fórmulas mágicas, métodos con nombre propio y promesas mutantes me provocan urticaria. Hacer que alguien hable bien en público no es tan fácil como comprar un curso de sesenta euros o leer unos cuantos libros llenos de paja y consejos gastados que, siendo sinceros, puedes encontrar en cualquier blog cutre o canal de YouTube facilón.
El otro día escuché una canción instrumental diseñada para alinear los chakras de cara a hablar en público o ser más sociable. Diez putos minutos de agua cayendo por una cascada, cuatro bongos y tres chinchines. ¿Una gilipollez? Sí, pero no menos que aquellos que te prometen trucos fáciles para ser el orador perfecto.
¿He venido yo a cambiar las cosas? No nos chupemos las pollas todavía. Ni lo sé ni me importa. Yo solo sé que me gusta hablar y ayudar a otros a que hablen mejor, punto.
La base de HABLONAUTA para ser un mejor comunicador es simple: escucha, conecta y no aburras. Con eso ya (casi) estaría. Sí, pongo el “casi” entre paréntesis porque la comunicación está cargada de matices. Dominarlos todos es imposible, pero hay que pulir infinidad de detalles siempre.
Y aun así, jamás le gustarás a todo el mundo ni estarás libre de pecado. Quizá sea mejor empezar por eso.
Seguimos.
Dani HABLONAUTA
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