

Has entrado.
Enhorabuena. Acabas de recibir las dos primeras lecciones de oratoria:
Uno. Nunca aburras.
Dos. Cuenta siempre una historia.
Seguimos.
Como te decía, este niño soy yo con 5 años junto a mi madre. Ese día me tocó hablar delante de más de mil personas.
Nací dentro de una secta.
Salí a tiempo de ese lugar oscuro, pero aprendí mucho de que ellos le dieran tanta importancia a hablar en público y ser bueno convenciendo a extraños.
Antes negaba esta historia. Pero he aprendido que conecta con mucha gente. Aunque te pido perdón por si un día te desperté intentando calzarte una revista. Ahora te ofrezco algo mucho mejor.
¿Solo con eso pretendo enseñarte algo?
No. Pero aquellas lecciones básicas sobre oratoria y puertas frías me sirvieron más tarde para ganarme la vida, ligar y conocer gente más interesante que yo.
¿Cómo aprendí el resto de lo que sé?
Fácil: tomando copas con desconocidos, dando conferencias, colaborando con empresas, políticos y medios de comunicación, y tratando pacientes.
¿Pacientes?
Sí, antes me dedicaba a la salud. Todo iba bien… hasta que lo dejé todo, me marché a dar la vuelta al mundo y, por el camino, decidí que quería vivir de las palabras.
¿Oratoria con un punto canalla?
Si el concepto no te encanta, es probable que no estamos diseñados para trabajar juntos. Y no pasa nada, gracias por llegar hasta este párrafo.
El resto pulsará justo aquí.
Copyright © 2025 HABLONAUTA - Todos los derechos reservados